
Falacia de éxito en redes sociales
O por qué piensas que la vida de la gente es mejor que la tuya.
Antes de seguir leyendo, quiero que te plantees estas preguntas:
¿Alguna vez has visto el perfil de una persona de redes y has pensado “que vida más feliz”, sin conocer a dicha persona?
¿Alguna vez has mirado el perfil de un profesional en redes y has pensado “que bien le va el negocio” o “cuánto sabe”, sin conocer al profesional?
¿Alguna vez has envidiado la relación, familia, casa, trabajo, red de amistad o cualquier otra cosa de alguien tras ver su perfil en una red social?
Bueno, si has respondido sí al menos a alguna de ellas, probablemente estás cayendo en lo que yo llamo “falacia de éxito de las redes sociales”. Esta falacia de éxito y sus consecuencias son temas cada vez más recurrentes tanto en consulta como fuera de ella.
“Veo que mi negocio no arranca como el de Fulanito, al que parece que todo le va genial y al que le sale adelante todo lo que empieza”
“Quiero tener una casa como la de Menganita, que fíjate que bonita, limpia y ordenada la tiene todo el tiempo”.

“¿Por qué mi familia no es como la de Beltranita, que mira que bien se llevan y cuantas cosas hacen juntos?”
La realidad es que las redes sociales son un escaparate en el que, como en cualquier otro escaparate, se trata de representar la mejor versión del producto (¿Te imaginas que Zara pusiese su ropa en su fachada sin planchar, descolocada, en un maniquí de la talla equivocada?, pues eso).
Piensa, que incluso cuando alguien expone sus “malos momentos” en redes, son momentos filtrados, es la cara buena de la cara mala. Cuando alguien está hablando de un mal momento de su vida en redes sociales, lo está haciendo irremediablemente pensando antes las palabras que va a escribir, seleccionando la foto o vídeo que va a subir (teniendo en cuenta la perspectiva que va a dar, incluso, el escenario desde el que va a comunicar), las palabras que va a utilizar…
Sin ponerme muy pesada con la historia, no sé si sabes que el marketing surge en el siglo XIX, con la continuación de las revoluciones industriales y el aumento de la competencia. En ese momento las empresas empezaron a reconocer la importancia de satisfacer las necesidades específicas de los consumidores y diferenciar sus productos. Este fue el comienzo del marketing moderno, que se centró en estrategias para influir en las decisiones de compra de los consumidores y llega hasta el marketing real (llamado Marketing 4.0) que consiste en crear experiencias personalizadas y a tiempo real (seguro que has notado que cuando empiezas a buscar algo en internet, a continuación no dejan de aparecerte anuncios de ese producto, o seguramente habrás visto a varias influencers ofertando X producto como si fuera un vídeo más de su vida).
El problema que surge con las redes sociales no es que sea un escaparate (quizá algunos de vosotros lleguéis a recordar la época “Fotolog”, en la que todos sabíamos que aquello era una imagen estática de una persona y no trascendía más allá). El problema actual es que, debido a la frecuencia del contenido, los vídeos y la sensación de “realidad” y “cercanía”, se olvida que es un escaparate y empiezas a comparar y a querer que tu vida parezca un escaparate (no hace falta mirar el perfil de un influencer para ver la mejor versión de la vida de alguien, seguramente si ves el perfil de tu vecino, no suba las peores fotos que tiene).
Probablemente cuando pasas por una tienda de muebles anhelas los muebles que ves, pero sabes que tu casa no está así de ordenada y bien decorada porque no es un escaparate. ¿Por qué entonces sí consideramos que nuestra vida debería ser como la de los escaparates de RRSS?. En este punto, se mezclan dos factores: la no consciencia sobre la irrealidad de lo que vemos (lo que decía sobre los escaparates) y lo que en Gestalt llaman “la ley de cierre”.
¿Qué es la ley de cierre? La Ley de Cierre explica cómo percibimos formas incompletas. Cuando falta información en una imagen, el ojo ignora la información faltante y llena los espacios con líneas, colores o patrones para completar la imagen.

En términos de redes sociales, si tu ojo lo que ve son tres fotos de tres viajes de una persona, tu cerebro rellena la información que falta con suposiciones: piensas que la vida de la persona es un viaje continuo, piensa que si está en hoteles lujosos es que su vida debe ser lujosa, piensa que si está comiendo x cosas es que normalmente come de esa manera… por poner algunos ejemplos, y todo ello sin ser realmente consciente de las suposiciones, simplemente aceptando esa información que tu cerebro ha creado.
En términos de redes profesionales, no es raro sorprenderte pensando en cuánto trabaja tal persona porque ha subido un vídeo saliendo del trabajo a las 10 de la noche, y entonces tú piensas que deberías trabajar más, que quizá si echases más horas te iría mejor, que quizá no te esfuerzas lo suficiente…
¿Cuál es el peligro de unir la “no consciencia de irrealidad” con la “Ley de cierre”? El peligro es que unes una vida que imaginas para la persona con la creencia fehaciente de que esa vida es real, y entonces empiezas a pensar por qué tu vida no es así, y como con cualquier escaparate que se precie, sales perdiendo.
Esta sensación de “salir perdiendo” puede tener muchas consecuencias:
Si has hecho un poco de pensamiento crítico acerca de lo que ves (para esto ayuda seguir ciertas páginas que deconstruyen esta realidad, por ejemplo), puede que este contenido te sirva de entretenimiento sin generar mucha intensidad emocional (puede).
Si no, es posible que genere en ti fuertes sensaciones de envidia, frustración, decepción, tristeza, injusticia o rabia y, o bien te sientas insatisfechx con la vida que llevas, o bien trates por todos los medios de parecerte a lo que ves con las consecuencias que pueda traer (sobreesfuerzo, pérdida de autocuidado, gasto de recursos y de dinero, sobrecontrol..)
A pesar de estas comparaciones y la abundante información que nos llega a través de las redes sociales, por suerte, van surgiendo más los programas y medios que hablan de la realidad detrás de estas redes. Poniendo los ejemplos antes nombrados:

“Veo que mi negocio no arranca como el de Fulanito, al que parece que todo le va genial y al que le sale adelante todo lo que empieza”. Fulanito ha sacado 3432 cursos, pero nadie sabe si la gente se ha apuntado a esos cursos porque una vez anunciados, no se habla más de ellos, tú piensas que han salido adelante porque rellenas con la información que va acorde a la idea de que “Fulanito es una persona de éxito”.
“Quiero tener una casa como la de Menganito, que fíjate que bonita, limpia y ordenada la tiene todo el tiempo”. Menganito quizá trabaja en casa, o quizá le han pagado por tener ese día así la casa para una sesión de fotos y su trabajo ha sido limpiar la casa o quizá tiene la casa hecha un cisco pero te está enseñando esa habitación que lleva 3 horas limpiando, o quizá Menganito es muy limpio y ordenado, pero tiene una vida diferente a la tuya que no conoces.
“¿Por qué mi familia no es como la de Beltranita, que mira que bien se llevan y cuantas cosas hacen juntos?”. Puede que Beltranita y su familia apaguen la cámara y se líen a gritos, o puede que realmente tenga una familia unida en este momento pero hayan tenido conflictos anteriormente, o puede que se vean una vez cada 4 meses y se hagan una foto, no sabemos cómo es la familia de Beltranita ni cómo han llegado hasta ahí.
Y así, un largo etc.
En resumen, no des por hecho lo que ves en redes sociales, no completes información con datos que no posees y no compares tu vida con la de nadie, porque seguramente no lo estás haciendo con datos si no con deseos.
Si te sientes identificado con éste artículo y te gustaría incorporar otro punto de vista más real de las redes sociales, te recomiendo que eches un ojo a algunos perfiles y programas que pueden ayudarte a desmontar mitos y a hacer una visión más crítica
Perfiles de Instagram:
@hazmeunafotoasi
@salseologia
Podcast:
@influrealismo_magico
Documental:
Fake famous
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